El compromiso ha sido posible tras el acuerdo alcanzado entre Polonia y Francia para permitir a los países que todavía no han adoptado la moneda única que participen en algunas cumbres del Eurogrupo –que por primera vez se institucionalizan–, tal y como reclamaba el primer ministro polaco, Donald Tusk.
El Tratado prevé sanciones automáticas para los países que superen el 3% de déficit excesivo y obliga a los Estados de la eurozona a incorporar a sus legislaciones nacionales, preferiblemente a nivel constitucional, una ‘regla de oro’ que limite el déficit al 0,5% del PIB, como ya ha hecho España.
El Tribunal de Justicia de la UE verificará si la transposición es correcta y podrá imponer multas de hasta el 0,1% del PIB a los socios que no apliquen bien la ‘regla de oro’. Los países que no ratifiquen el Tratado no tendrán acceso a ayudas del fondo de rescate.
El nuevo Tratado es una exigencia de Alemania y del Banco Central Europeo (BCE), que alegan que servirá para generar confianza en los mercados y frenar la crisis de deuda. Los países periféricos esperan que el pacto sirva para que el BCE tenga más margen de maniobra para intervenir en los mercados y para que Berlín acepte aumentar la dotación del fondo de rescate permanente, que también ha sido ratificado por los líderes europeos.
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