Además, el estudio, de título ‘Millenials con discapacidad, motor de futuro’, apunta que esta discriminación se hace notable, sobre todo, en el acceso a un primer empleo. "Les cuesta darnos una primera oportunidad, las empresas siguen teniendo mucho miedo y prefieren no arriesgarse", señala uno de los encuestados. Igualmente, otro de los participantes destaca las dudas de los empresarios: "pesan más la dudas sobre lo que no podremos hacer que los beneficios económicos que recibirán por contratarnos, deberían fijarse en nuestras capacidades y no en nuestras limitaciones". En la misma línea se ha expresado un tercer encuestado, que recalca que tener un certificado de discapacidad "cierra muchas puertas y supone una desventaja" para competir con otras personas de su misma edad.
Por este motivo, un 81% de los encuestados reclama más apoyos para que los jóvenes con discapacidad puedan acceder a un primer empleo: más orientación laboral, asesoramiento e incentivos para las empresas o una mayor formación en discapacidad a la sociedad.
Según el director general de Fundación Adecco, Francisco Mesonero, el primer paso para terminar con la discriminación es normalizar la discapacidad en el seno de la sociedad y de las empresas. Para Mesonero, el talento y las competencias no se anulan por un grado de discapacidad, sino que, "muy al contrario", pueden verse reforzados por la motivación, el afán de superación o la orientación a resultados. "Tenemos que dejar de valorarles como colectivos o minorías y empezar a verles como personas individuales –exige Mesonero–. Cada persona es distinta y generalizar y etiquetar supone una discriminación inadmisible".
Igualmente, el estudio determina que la participación de los jóvenes con discapacidad en el mercado laboral es inferior a la de sus coetáneos. Así, sólo el 28% de los menores de 25 años con discapacidad es activo, frente al 37% de media general de los jóvenes.
Además de por prejuicios empresariales, las razones de que la tasa de empleo sea tan baja se debe a otros factores como la sobreprotección familiar, el desconocimiento, la falta de recursos o las dudas sobre el tipo de trabajo al que optar, entre otros. Además, muchos de ellos se encuentran estudiando. Esta desigualdad también se hace patente en la tasa de paro: un 68% de los jóvenes con discapacidad está desempleado, frente al 46% de los que no la tienen. Y seis de cada diez es desempleado de larga duración, frente al 41% del resto de los jóvenes.
Por otro lado, el informe revela que el inferior nivel formativo de los jóvenes con discapacidad también se convierte en una desventaja para que accedan al mercado laboral en igualdad de condiciones. Así, sólo el 8,2% de los jóvenes con discapacidad es universitario, frente al 17,2% de media general.
Según Mesonero, los jóvenes con discapacidad encuentran "barreras adicionales en su búsqueda de empleo, en forma de anacrónicos prejuicios y estereotipos que siguen asociando la discapacidad con escasa productividad, dependencia o costes para las empresas".
"En pleno siglo XXI es hora de erradicar estos estigmas, no sólo por una importantísima cuestión de ética o justicia social, sino porque nuestra economía les necesita para salir adelante", subraya Mesonero, que pide que se promueva la participación de los jóvenes con discapacidad en el mercado laboral, así como que se apueste por "la erradicación de todas las etiquetas que siguen limitando su talento". "Lo contrario, no sólo refuerza el estigma, sino que perjudica a la economía en su conjunto", concluye el director general de la entidad.
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